viernes, 19 de noviembre de 2010

DIOS ANDANDO POR LA CALLE, SUCEDIÓ EN MADRID.

Esto que sigue es un testimonio real, conozco tanto al Padre Miguel Angel, como a Pilar, todos deberían leerlo, los que son padres, los que pueden serlo algún día, y los políticos que con sus leyes preparan el camino, para que clínicas como la aquí señalada se forren y se cometan en ellas con dinero de todos, el peor de los asesinatos, la Comunidad de Madrid, tan pía ella, mediante el sistema de conciertos está pagando los abortos que se producen, un católico con complejos puede seguir votando al pp y ser cómplice del aborto, el que tenga valor que vote a otro, por ejemplo al partido AES.


JM +JP
SUCEDIÓ EN MADRID Y EL DIOS DE LA VIDA LO HIZO

Es el miércoles 16 de noviembre de 2010. Las doce en punto de la mañana. Me dispongo a llevar la comunión a los enfermos que viven cerca de nuestro convento. Voy al Sagrario y llevo al Señor conmigo en el porta-viático. Él es el consuelo de los enfermos en el dolor, es la medicina del alma y es mejor tener el alma sana aunque el cuerpo esté enfermo, me digo, recordando esta doctrina de Nuestra Santa Madre Teresa. Voy a la calle, recogido, con el Señor en mis manos. Es la hora del Ángelus. Está lloviendo, hace frío en Madrid y las hojas caducas de los árboles de nuestro jardín conventual han formado una alfombra al paso del Santísimo en esta otoñada que anuncia ya el cercano invierno. Salgo a la calle y llevo al señor sobre mi corazón, signo de que le quiero llevar dentro del mismo como tesoro en vasija de barro. Pienso todo esto, recogido. Los coches circulan veloces porque la hora punta pasó y ya no hay atascos en la calle Arturo Soria. La vida agitada de la gran ciudad va a su ritmo. A 20 metros del convento hay un semáforo en rojo para los peatones. Hay que esperar. Son pocos los viandantes en esta zona, más residencial que de comercios, ajardinada.
Una joven espera a mi lado a que el semáforo se ponga en verde y mientras tanto aprovecha para hacerme su pregunta:
Por favor. -¿me puede decir dónde está la clínica El Bosque?
Tiene el acento dulce, propio de los hispanoamericanos. Me quedo mirándole a los ojos unos instantes, con amor grande y no con menos grande tristeza:
Ella refleja esa tristeza en su rostro. Le contesto:
-¡No vayas, por favor, no vayas!
Ella se ha quedado perpleja ante mi respuesta. Piensa quizá que es una clínica de medicina general, y por eso me pregunta a mí, fraile con hábito, que no pasa desapercibido. Y es que esta clínica está a 200 metros de nuestro convento y es, exclusivamente, un abortorio, que lleva funcionando desde hace lustros.
El semáforo se pone en verde y comienza a caminar mientras le insisto.
-¡No vayas, por favor!: Allí matan niños. No vayas si no quieres colaborar en el asesinato de tu propio hijo, ése que llevas dentro.
Se le han llenado los ojos de lágrimas. Se ha encontrado con su propia realidad, con su soledad, con su sufrimiento.
Me dice que vive en la zona de Aluche. Ha venido hasta aquí, sin rumbo, mientras que todos los abortorios de Madrid, (que se enriquecen con la ayuda económica de la Comunidad de Madrid), están más cerca de su casa que este. La clínica del Bosque, El Bosque de la muerte, es la que más lejos está. De punta a punta.
Ella continúa caminando sin rumbo y yo a su lado y en su dirección, repitiendo lo mismo. Vamos los dos con paraguas. Está lloviendo y hace mucho frío.
-Por favor, espera -le digo-, vamos a hablar. Te vamos a ayudar, conozco gente que te puede ayudar. Por favor, no lo hagas, te arrepentirás durante toda tu vida. Espera… vamos a hablar, espera…
Si sigue caminando estoy decidido a ir a su lado, hablándole, hasta la misma puerta de esa clínica.
He logrado detenerla y se ha echado a llorar:
-No lo puedo tener, me va a echar del trabajo, estoy sola, no le podré sacar adelante.
-Espera, -le digo- vamos a llamar a quienes te pueden ayudar. Hay otras alternativas.
-Tengo cita y llego tarde -me dice con ademán de marchar. Sigo caminando con ella.
-Espera. ¿Cómo te llamas?
-Mónica.
- Yo Migue Ángel. Espera Mónica, ya estoy llamando.
Veo que el teléfono tiene muy poca batería y espero que dure.
Llamo a Pilar Gutierrez, del Movimiento Unidos por la Vida, con la que he cooperado en algún proyecto y le cuento muy brevemente la situación. Le paso el teléfono para que hable con Mónica mientras esta se seca las lágrimas con mi pañuelo.
Pilar le dice que no lo haga mientras yo lo pongo todo en las manos del señor, al que llevo en las mías y miro al cielo encomendándolo a todos los bienaventurados, mártires y santos inocentes de todos los tiempos. Y pido la intercesión de nuestras MM. Carmelitas Descalzas para que la fecundidad espiritual de su vida se manifieste, y pienso en todos los contemplativos de la Iglesia. Mónica corta la conversación. Se defiende de Pilar como de mi. Ante la propuesta de dar a su hijo en adopción, prefiere abortar.
Mónica corta la conversación. Tiene prisa. Llega tarde a la cita en la que va a programar su crimen. Me pasa el teléfono y Pilar me da breves y claras recomendaciones. Pero no hay tiempo. Hay que actuar.
-Mónica, escúchame –le digo- hace mucho frío, ven a mi casa, que está muy cerca. Ven, por favor, vamos a hablar.
-No puedo, pierdo la cita. Ha sido mi novio, me ha dado la dirección de la clínica.
- No te preocupes, -le digo-, no tienes que ir allí para nada.
-Pero usted no me comprende, no está en mis zapatos.
-Si te comprendo –le digo- no estoy en tus zapatos, pero estoy en mis sandalias para intentar tocar la tierra. Vamos.
Desde una habitación del Hospital Anderson, Almudena de Castro observa la escena. Está cuidando a su madre, Paquita Carpeño, operada de cáncer, a la que iba a llevar la comunión. Le dice a su madre que me está viendo, en la calle, con una chica, que seguro que voy a visitarla. No. Se vuelven hacia el convento.
Al día siguiente llevaré la comunión a los enfermos.
La he tomado ligeramente del brazo y recorremos despacio los pocos metros que nos separan del convento.
Ella no sabe que hace un año, el 28 de diciembre, lloviendo también, nos concentramos con gente del partido Alternativa Española (AES) al lado de ese Bosque, para rezar por los nuevos santos inocentes de hoy y por sus madres, víctimas de este doble crimen que es el aborto. En este instante, mientras esto escribo, un amigo sacerdote me pone un sms diciéndome: Celebré la Santa Misa por Miguel Ángel y sus padres).
Estamos volviendo al convento, que está muy cerca. De nuevo, la alfombra de hojas recibe al Señor, a Mónica con la nueva vida en su seno y a este fraile. Entramos. Se me ocurren mil cosas que decirle y que hacer. Vamos a un ordenador, le digo que se siente y busco en Google: vídeo sobre el aborto. Me llama Pilar, me proporciona al teléfono de una institución provida y me dice que busquemos la página “No más silencio” y “Apóstoles de la vida”.
He encontrado un video precioso que vi hace tiempo y que promocionó Intereconomía. Ha salido este video providencialmente. Recuerdo que es tremendo. Y Mónica me dice que ya lo conocía. Lo ve sin dejar de llorar. En este vídeo, un niño habla a su madre desde el seno materno, felíz por haber sido concebido. La mamá tiene problemas diversos y decide ir a abortar. El niño establece un monólogo con su madre, entristecido y mostrando, finalmente su terrible sufrimiento mientras está siendo víctima inocente de este asesinato. Es conmovedor.
Me dice Mónica que si no tengo nada que hacer. Le digo que no. Solo estar con ella. Busco un testimonio de una chica que cuenta su vida después de haber abortado. Mónica lo escucha atentamente.
La dejo sola en la habitación. Llamo a mi buen amigo Antonio Torres, al móvil varias veces, no lo coge, llamo al fijo. Me dicen que le dirán que me llame. Llamo a Mercedes Montoro, su esposa, le cuento muy brevemente y me dice que rápido se ponen en camino o ella o Antonio. Ellos colaboran en organizaciones pro vida. Mercedes me dice:
-Padre, Antonio va para allá. En media hora, están en su convento. Va a Red madre a buscar a Esperanza para que vaya con él y van para allá.
Le digo a Mónica que esté tranquila, que van a venir a ayudarnos. Tiene miedo, porque teme la pérdida del trabajo por estar embarazada. Le digo que no se preocupe, que nos van a ofrecer otras alternativas. Todo esto mientras le sirvo un café y unos dulces.
Me pregunta por mi vocación, por qué decidí ser sacerdote. Cuando le digo que fui al seminario con 10 años se sorprende.
Me dice que es de Bolivia y que su novio era español. Al quedarse embarazada, la ha dejado. Su madre vive en España, pero apenas se tratan. Ella vive con su hermana, con la que la relación es nefasta. Está sola.
Me dice que es protestante y que, en su confesión, tampoco aprueban el aborto, que ella ha rezado esta mañana y que no cree en las casualidades. Interpreta como providencial el encuentro conmigo. Mónica está más serena. Le pido que se deje ayudar, que ame la vida que lleva dentro y que ya verá como todo sale bien.
Mónica está bautizada. Ella misma lo pidió en su juventud. Nos une el mismo bautismo en Cristo.
Llaman a la puerta. Ya están aquí Antonio y Esperanza. Han llagado en 20 minutos escasos. Antonio, como siempre que se trata de algo importante ha desplegado las alas de su coche y de su caridad. “Nos apremia el amor de Cristo”, pienso con San Pablo.
Nos reunimos los cuatro y Mónica comienza a contar toda su historia desde el principio. Ya tiene un hijo de cinco años. Ella lleva año y medio en España y se casó, muy joven con un militar en Bolivia. El niño está con su padre. Lleva dos años sin verlo. Ella tiene 25 años y el que ha sido su novio en España, 24. Este está trabajando y no quiere que ella tenga el niño, por eso la ha mandado a la clínica que él ha buscado. Ella duda del mutuo amor.
Esperanza está curtida en estas lides, por experiencia propia y por su trayectoria en Red Madre. Escucha, anima, propone, llora y ríe con las dos víctimas de este asunto, madre e hijo. Le habla de cómo ayudan a todo en Red Madre. Le habla del centro de acogida, de cómo ella puede vivir allí y seguir trabajando después de tener a su hijo. Tienen guardería para que esté cuidado mientras el tiempo de trabajo… Mónica se ha ido serenando.
Antonio, con una amabilidad sorprendente, habla a Mónica desde Dios. Ella sabe bastante de la Biblia. Tiene cultura. Recuerda nuestro encuentro a las 12 del mediodía y dice que, al saber mi nombre, se acordó del pasaje de la Anunciación. Dice que no hay casualidades y que esto ha sido para ella un signo de Dios.
Antonio le dice que la vida que lleva dentro no es de ella, que es un regalo de Dios para ella. Todo con una delicadeza genial. Mónica escucha con atención.
También, en la conversación, han surgido algunas bromas y hemos reído.
Yo he escuchado con atención. He intervenido, brevemente, alguna vez. Hemos escuchado atentamente. Hemos hablado despacio. He pedido a Mónica su teléfono, email, correo postal. Todo. Antonio le pregunta que si es niño, cómo se llamará. Ella afirma sin titubeos: Se llamará Miguel Ángel.
Esperanza llama a un médico ginecólogo para que la pueda recibir. Tienen cita hoy mismo a las 15 horas en la clínica Moncloa. Son las 14,30.
Todo el tiempo ha estado el Señor con nosotros en el porta- viático, bajo la humilde apariencia de pan. Mónica no se cree aún lo que le ha sucedido. Le parece un sueño. Confiesa que rezó por la mañana antes de salir de casa.
Hay que ser puntuales y a las 14,45 hay que salir. Vamos hacia el coche de Antonio. Esperanza, Mónica y Antonio van a Moncloa. Yo me quedo en el convento con el cansancio de quien regresa de una terrible batalla y con la confianza en el Señor. Esperanza y Mónica se quedan en la Clínica Moncloa. El médico es extraordinario.
Sigo en comunicación con Mónica por teléfono y e-mail. Está con paz. Esperanza se encargará de lo psicológico y material, yo de lo espiritual, que también es importante. Ya he encontrado amigos que me ofrecen ayuda económica para ella y que tiene preparado un buen ajuar para cuando nazca el niño.
Esperamos que esta nueva vida sea para gloria de Dios.
Ayer jueves 18 de noviembre me regaló mi amiga maría del Mar Núñez un niñito de cerámica, precios, durmiendo plácidamente y protegido por las alas de un ángel, el Ángel de Dios. He llevado este detalle a correos y le llegará a Mónica.
Qué terrible la soledad y el sufrimiento de estas chicas.
Sucedió en Madrid y Dios lo hizo.
Dios te guarde. +

Padre Miguel Ángel M. de D.

martes, 28 de septiembre de 2010

Losantos, Arrese y el Viva la Revolución

Lo que me podido reír esta mañana escuchando a Jiménez Losantos y su cuadrilla, pues resulta que para dar una lección a los sindicatos no se les ocurre otra cosa que poner parte de un discurso de José Luis Arrese, (defendiendo al trabajador) como no podía ser de otra forma y luego para terminar de arreglarlo ponen el ¡Viva la Revolución! y todos juntitos se ponen a hacer comentarios sobre algo que no entienden ni saben que significa, esa canción señor Jiménez es un grito de provocación que no tiene mucho sentido en su texto, pero que pone a las fuerzas del orden público de los nervios, específicamente a los “grises” pues el tiempo de esa canción no es de ahora, seguramente usted estaba aprendiendo la internacional por lo bajini escondido en algún zulo con sus amigos conspiradores que jamás dieron la cara durante los gobiernos del estado del 18 de julio, cuando no se tiene ni idea de lo que se tiene en las manos, es mejor buscar otros ejemplos para ilustrar sus tediosas mañanas, seguro que encontrará algún ejemplo sindicalista fuera de España para meter el dedo en el ojo a los sindicatos… que por cierto no son verticales, como usted asegura, son horizontales, (ese día no fue a clase) o tal vez a Teruel no llegó la información, estos sindicatos se parecen a los que había en tiempos del Generalísimo Franco, como usted a un Santo, o sea NADA, si quiere saber la diferencia entre sindicato horizontal y vertical vaya usted al Espasa, que la wiki igual le queda lejos, si le parece que la magistratura es un invento franquista, habrá que darle las gracias a Franco pues gracias a ella, los trabajadores han tenido un órgano donde se les defienda, y gracias a Franco lo ha heredado España, También le parecerá mal que sea franquista el trabajar 40 horas semanales, o las dos pagas extra de las cuales gozamos en la actualidad, que le recuerdo porque no lo sabrá que son la de Navidad (fiesta católica) y la del 18 de Julio (fiesta nacional), esta última debería ser fiesta aunque solo sea por la paga.
¡Pero qué malo fue Girón! Dos pagas, seguridad social, cuyos objetivos eran cumplir las situaciones de vejez, viudedad, orfandad, desempleo, jornada laboral reducida, vacaciones pagadas y una red de asistencia sanitaria con atenciones médicas y hospitalarias, creación de universidades laborales, ¡y todo en el régimen de Franco!
En fin Jiménez una risa de programa, que ignorante el presentador y que ignorantes los contertulios, más incluso que los sindicatos que saben perfectamente porque han convocado la huelga general de mañana, y usted pensando que ellos son los tontos.
PD. Mañana me vuelvo a Radio María, eso me pasa por cambiar de emisora.

viernes, 21 de mayo de 2010

LA ULTIMA CIMA Una pelicula políticamente incorrecta.

El próximo 4 de junio se estrena la película La última cima, una película que no va a gustar nada a los medios progres, no cuenta historias de curas pederastas, no cuenta cosas tenebrosas sobre la iglesia, no cuenta leyendas negras, cuenta la vida de Pablo Domínguez, un sacerdote ejemplar que dejó la huella de Cristo allí por donde pasó, totalmente recomendable para toda la familia. Película realizada a modo de documental y que no va a dejar a nadie indiferente, hay que verla, aquí dejo el trailer del comienzo de la película.

viernes, 16 de abril de 2010

Esto solo lo arreglamos sin las autonomías

Estupenda web, que anima a acabar con uno de los motivos principales de la crisis, y que ya se apuntó en su día en este blog como una de las formas de quitar el mayor gasto del estado.
yo ya me he sumado, ¿y tú?
pincha sobre la foto o sobre este enlace:
http://www.estosololoarreglamossinlasautonomias.org

lunes, 12 de abril de 2010

El padre Corapi una conversión impresionante.

Testimonio de Conversión del Padre Corapi - EL NOMBRE DE DIOS ES "MISERICORDIA"

Por su valor y porque puede hacer mucho bien reproduzco este vídeo.

miércoles, 7 de abril de 2010

¿Qué ocurre en el Valle de los Caídos?



Aspecto que tendrá Valle de los Caídos cuando terminen las obras del gobierno.


Desde hace ya algún tiempo se vienen sucediendo acosos a los monjes del Valle, obras que no comienzan y amenazas de desmontar la piedad de la entrada a la basílica, cierre de la entrada, apertura temporal para asistir a misa, y de nuevo cierre, con la amenaza de que, de no dejar desmontar la piedad, (que llevaría a su destrucción según la Fundación Avalos), se cerrará la entrada a la basílica. El odio visceral no es ya a los símbolos políticos, sino a los religiosos, el odio a la religión llevará a atacar a todo lo sacro primero y a los cristianos después, Nerón ha vuelto, Zapatero y sus amigos son aliados del diablo, ellos atacan, los católicos retroceden y ceden, tal vez cuando vuelvan a profanar y quemar iglesias, cuando vuelvan a dar paseillos con tiro en la nuca incluido a los católicos, tal vez, entonces despertemos de este letargo.

Memoria histórica: hay que recordar al gobierno responsable de todo esto, lo siguiente:
En el Valle de los Caídos:
No es cierto que alguien fuera sometido a trabajos forzados.
No es cierto que allí murieran centenares de obreros; hubo 14 accidentes mortales.
Gran parte de los reclusos continuaron trabajando en las obras tras alcanzar la libertad condicional.
Los reclusos trabajadores percibían un jornal igual al de los obreros libres y se beneficiaban del subsidio familiar, pagas extras, pluses por carestía de vida, horas extraordinarias, seguro de enfermedad y accidentes de trabajo, etc.
El Patronato para la Redención de Penas por el Trabajo concedía hasta cinco días de redención por cada uno trabajado.
El Decreto de 28 de mayo de 1937 estableció el derecho al trabajo de los prisioneros de guerra y presos no comunes, no la obligatoriedad.

Copio la nota de la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos que es muy clarificadora para aquellos que no estén al corriente de lo que está sucediendo

EL MINISTERIO DE LA PRESIDENCIA DEL GOBIERNO DEL REINO DE ESPAÑA HA MENTIDO Y CONTINÚA CERRADA LA BASÍLICA PONTIFICIA DE LA SANTA CRUZ DEL VALLE DE LOS CAÍDOS
Desde el Ministerio de la Presidencia se le había asegurado al Excmo. y Rvdmo. Padre Abad de la Basílica Pontificia de la Santa Cruz en el Valle de los Caídos que, a partir del pasado uno de marzo, se abrirían las puertas de la Basílica para el culto de los fieles y a sus numerosos visitantes, recuperándose la normalidad que sin autorización ni consentimiento del Padre Abad ni de ninguna otra autoridad eclesiástica, había sido unilateral, ilegal y fraudulentamente alterada e interrumpida, todo ello por órdenes directas emanadas de la Subsecretaria del Ministerio de la Presidencia, vulnerándose de esta forma la inviolabilidad de un lugar de culto así como la libertad religiosa y de culto de los fieles.

He de transmitirles que no sólo no han cumplido su palabra sino que prosiguen con el hostigamiento, persecución y deleznable intento de amedrentamiento del Padre Abad y de su Reverenda Comunidad Benedictina, bajo cuya autoridad eclesiástica se encuentra el mencionado lugar de culto que es el Valle de los Caídos y bajo cuya custodia se encuentran sus bienes y diversas instalaciones.

Desde el Ministerio de la Presidencia y Patrimonio Nacional, posteriormente al mencionado cierre se trató de justificar éste alegando un supuesto riesgo en la estructura del interior de la Basílica que podría afectar la seguridad en su interior, falaz artimaña que fue rotunda y rigurosamente desmontada, con el debido rigor técnico, en el informe técnico solicitado por la comunidad benedictina a profesionales cualificados en la materia, los cuales dejaron asentado en su informe que no se ha detectado riesgo alguno respecto de su estabilidad y que, por lo tanto, no existe problema alguno para la seguridad de nadie en el interior de la Basílica, sino todo lo contrario.

A la vista del mencionado informe, Patrimonio Nacional por órdenes de sus superiores “trasladó” la supuesta inseguridad a la escultura religiosa “La Piedad” ubicada en la entrada de la Basílica, escultura que había sido restaurada por ellos mismos unos meses antes y a la que habían dejado protegida con una malla metálica protectora.
Ahora se le presionaba a la Comunidad Benedictina en el sentido de que debían aceptar el desmontaje de “La Piedad” si querían que se reabriera al culto normal la Basílica, o de lo contrario deberían atenerse a las consecuencias de no acceder a la nueva y singular ocurrencia.

La Reverenda Comunidad Benedictina, habida cuenta el importante y profundo significado religiosos de “La Piedad” y el bien artístico y cultural de que se trata, el cual está bajo su custodia, encargó dos informes técnicos con respecto a “La Piedad”, uno de ellos elaborado y firmado por la “Fundación Juan de Ávalos” y el mismo arquitecto Juan de Ávalos, propietarios intelectuales de la mencionada obra de arte, informes de los cuales se desprende la absurdidad e innecesaridad técnica de tan riesgosa como inexplicable operación.

No se trata, pues, sino de ocurrencias una detrás de otra, con un solo y exclusivo objetivo: mantener cerrado al culto normal la Basílica Pontificia de la Santa Cruz; alterada la normalidad de ese lugar sagrado; vulnerada la inviolabilidad de ese lugar de culto; cercenado el derecho de los fieles a la libertad religiosa y de culto; afectado el turismo y visitas a dicho lugar; así como manteniendo al Padre Abad y la Reverenda Comunidad Benedictina allí asentada, así como a los cuarenta escolanos y a sus familias, en un estado de creciente ansiedad y angustia emocional y presión psicológica, donde no han faltado las vejaciones, groserías y ultrajes.
Todo ello en flagrante violación del Código Penal (Arts. 522, 523, 524, 525), de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa (Arts. Primero, Segundo, Tercero), de la Constitución Española (Arts. 14, 16), de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Art.18), del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Art. 18, 20), de la Ley de la memoria histórica (Art. 16), del Acuerdo entre el Estado español y la Santa Sede sobre asuntos jurídicos (Art. 1), así como otras leyes y reglamentos de la Comunidad Autónoma de Madrid y del Ayuntamiento de El Escorial.
Y lo que es más sorprendente y ciertamente curioso, en flagrante violación con la Ley de la memoria histórica, aprobada por las Cortes generales el 26 de diciembre de 2007, cuyo Artículo 16.1 reproduzco:

“Artículo 16. Valle de los Caídos.
1.El Valle de los Caídos se regirá estrictamente por las normas aplicables con carácter general a los lugares de culto y a los cementerios públicos.”
¿Y ante esta lamentable y peligrosa situación qué podemos hacer los españoles que, creyentes o no creyentes, amamos la libertad y el Estado de Derecho que se supone impera en España?

En nuestra opinión, de momento, sólo seis cosas:
1º- Estricto respeto a la legalidad vigente.

2º- Confianza en las autoridades eclesiásticas que están trabajando sin descanso en que se restaure la normalidad en la Basílica Pontificia de la Santa Cruz y en el conjunto de ese lugar de culto denominado Valle de los Caídos.

3º Pedir al resto de la fuerzas parlamentarias, especialmente al partido de la oposición, que no permitan bajo ninguna circunstancia que se vulnere, de forma tan burda como ridícula, el inalienable derecho de los españoles a la libertad religiosa y de culto y la inviolabilidad de los lugares de culto.

4º- Acudir todos los fines de semana a la Celebración Eucarística que se celebra todos los días en la mencionada Basílica a las 11:00 horas de la mañana, aunque haya que sufrir las molestias derivadas del injustificado y no autorizado cierre de la puerta principal de la Basílica.

5º- Llegado el caso, exigir nuestro inalienable derecho a la libertad de culto y a la inviolabilidad de los lugares de culto, en los Tribunales de Justicia Españoles así como ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, para lo cual se está preparando una Plataforma Ciudadana que, de no volver las cosas a la normalidad como es de justicia y de puro sentido común, se pondrá a disposición de los españoles que, católicos o no,convengan en exigir a sus gobernantes el respeto a la Ley y al inalienable derecho de todos a la libertad religiosa y de culto.
6º- Los creyentes, además y por encima de todo, rezar y poner toda la confianza en la misericordia del Señor.

viernes, 5 de marzo de 2010

BLAS PIÑAR

El domingo 14 de marzo a las 21:30 horas en Intereconomía tv.

Blas Piñar López nació en Toledo. Doctor en Derecho y notario. Ejerció en Cieza (Murcia), Murcia y Madrid. Ocupó cargos en la Acción Católica. Francisco Franco le nombró consejero nacional del Movimiento y procurador en Cortes. Fue nombrado director general del Instituto de Cultura Hispánica en 1957. Cesó en 1962 luego de
publicar en ABC su famoso artículo Hipócritas contra la política internacional de las potencias vencedoras en la II Guerra Mundial. Fundó en 1966 la Editorial Fuerza Nueva y la revista del mismo nombre, que todavía hoy, cuarenta y cuatro años después, se sigue editando. Fundó, igualmente, los partidos Fuerza Nueva y Frente Nacional, y en 1979, con el primero de ellos, y dentro de la coalición Unión Nacional, fue elegido diputado por Madrid.
Considerado como jurista notable y orador de primer orden, actualmente preside la asociación CESPE (Centro de Estudios Sociales, Políticos y Económicos). Antes de su entrada en la vida política representó a España en distintas reuniones y Congresos de Apostolado Seglar, tanto en España como en el extranjero.




Suscripciones a la revista Fuerza Nueva en el 915766897 o redaccion@fuerzanueva.com
www.fuerzanueva.com

lunes, 1 de marzo de 2010

EL REY JUAN CARLOS PECADOR PÚBLICO MERECE REPROBACIÓN PÚBLICA Y PENAS ESPIRITUALES.

Conviene recordar lo que ya en su día escribiera a modo de carta pastoral don José Guerra-Campos (se incluye al final), en su día fue una de las voces que se alzó desde la iglesia para recriminar públicamente al Rey de España, Juan Carlos de Borbón y Borbón, por su firma sancionadora de la ley despenalizadora de los supuestos del aborto, Fuerza Nueva hizo lo mismo desde el plano político, ningún partido más hizo nada, desde entonces los partidos políticos españoles con representación parlamentaria son responsables del asesinato de más de un millón de niños en España. Las cifras se disparan si se añade los realizados por la píldora abortiva, y la píldora del día después, prácticas igualmente abortivas.

Los abortos legales realizados en España durante el periodo de Felipe González desde el 5 de Julio de 1985 (sanción de Juan Carlos I) hasta el 5 de Mayo de 1996 (Toma de posesión de Aznar) fueron 359.624.
Los abortos legales realizados durante la presidencia de José María Aznar desde el 6 de Mayo de 1996 (Primer día de gobierno) hasta el 17 de Abril de 2004 (Toma de posesión de Rodríguez) fueron 511.429

En fechas recientes Monseñor d. Juan Antonio Martínez Camino sale al paso ante las preguntas insistentes de los periodistas sobre la legitimidad de un católico como el rey de sancionar la ley del aborto. Se desprende de sus palabras que no la Conferencia Episcopal, que no ha emitido nada en este sentido, sino el mismo, no quiere enfrentarse al rey y prefiere callar.
Solo falta recordar las palabras del P. Constancio Cabezón ofm en su libro Poncio Pilato ¿culpable o inocente? Y refiriéndose a Pilato donde dice: “De todos modos, condenando a Jesús, fue moralmente culpable y jurídicamente responsable: “El que me entregó a ti, tiene más culpa que tú” (Jn 19,11).”




CARTA PASTORAL DEL EXMO. SR. OBISPO DE CUENCA

LEGITIMACIÓN DE UN CRIMEN

ABORTO PRÁCTICAMENTE LIBRE

Ley inmoral

El Jefe del Estado y Rey de España acaba de sancionar y promulgar una ley —aprobada por las Cortes Generales, a propuesta del Gobierno— por la cual queda permitido en España el aborto provocado en determinados supuestos. («Boletín Oficial del Estado», 12 de julio de 1985, día negro en la historia de España).

De este modo, a pesar de los avisos de las más altas instancias morales, se ha consumado la legitimación de unas agresiones «contra la vida del ser humano más indefenso e inocente» (Episcopado Español): «Crimen abominable» (Concilio Vaticano II), «que nunca, en ningún caso, se puede legitimar» (Papa Juan Pablo II).

Una exposición razonada de la ley moral y la doctrina de la Iglesia, en el marco de la situación española, la hemos dado en el Boletín del Obispado de Cuenca, enero y febrero-marzo de 1983. No es hora de reiterar doctrinas, sino de señalar la gravísima situación que se ha creado y de interpelar a los agresores con la fuerza que exigen la justicia y la sangre de los inocentes. Con la dureza implacable con que Nuestro Señor Jesucristo fustigó a quienes se auto justificaban mientras inducían a engaño al pueblo, a quienes escandalizaban a los sencillos.
El Papa Juan Pablo II, hablando solemnemente a España y refiriéndose precisamente a las autoridades y a una ley del tipo de la ahora promulgada, ha dicho: «Quien negara la defensa a la persona humana más inocente y débil, a la persona humana ya concebida, aunque todavía no nacida, cometería una gravísima violación del orden moral». Los Poderes públicos en España, en contra de su misión prima ria, niegan protección a la vida de los más débiles. Más aún: facilitan con medios públicos la acción homicida. Por eso no cabe hablar sólo de despenalización. Estamos ante una legalización de un crimen.

No vale invocar el pluralismo de pareceres ni conformarse con una simple manifestación de opiniones, como si todo fuese una amable tertulia. Por que, según la enseñanza pontificia, «la vida de un niño prevalece sobre todas las opiniones». Prevalece sobre todas las constituciones. Prevalece, a fortiori, sobre todas las argucias propagandísticas. Prevalece sobre todas las simulaciones diplomáticas.

Decir que esta ley es sólo permisiva y que no obliga a nadie, es una falacia cruel: porque es ley permisiva de una matanza de inocentes, y condena a la indefensión a las víctimas de la agresión injusta. Legitima un crimen.

La restricción de la ley a algunos supuestos no modifica su calificación moral; pues, en ningún caso, es permisible el aborto voluntario. Pero, además, el juicio moral no se detiene en apariencias formalistas. Mira al bien y al mal reales: y es notorio que en el contexto social en que la ley se implanta su proyección abortista es mucho más amplía que el tenor de la letra. La ley no funciona como expresión de benignidad penal, sino como incentivo y justificación. La sentencia del Tribunal Constitucional ha puesto al desnudo la omisión de garantías por parte de los legisladores. Numerosas declaraciones de gobernantes (algunas muy recientes y referidas a la sentencia mencionada) y las de publicistas y personas que se jactan impunemente de promover y realizar abortos demuestran que los interesados en aprovecharse de la ley dejan de lado los supuestos «oficiales», que apenas to¬man en consideración, y acogen la ley como un portillo para lograr la impunidad del aborto en otros muchos supuestos. La voluntad de «protección» de los «nascituros», que la Constitución exige, está oscurecida. Se des taca, en cambio, la voluntad de favorecer a las abortantes, ensanchando alguno de los motivos hasta poder usarlo como pretexto universal.

Para mayor irrisión, la misma ley autoriza a las embarazadas a abortar sin ninguna de las garantías que la ley establece y el Tribunal Constitucional exigía (!!!). Aborto prácticamente libre.

En todo caso, la abundancia de feticidios, con la agravante de la monstruosa utilización comercial de los fetos, hace que en el mundo de hoy el problema moral del aborto sea cualitativa y cuantitativamente el más grave, más que el terrorismo: y esta ley no contribuye a remediarlo.


No puede cesar la oposición a la ley

La oposición a otras leyes cesa en el momento de ser promulgadas; se acatan, aunque sean insatisfactorias. Esta, no. Después de su promulgación es cuando empieza lo peor, lo intolerable. Mientras la ley dure, hay que denunciarla, rechazarla, exigir su revocación.
Personas e instituciones, que mantienen ruidosas e inacabables batallas en defensa de intereses de menor cuan tía, se muestran muy solícitas por conseguir el silencio en este asunto. Y entran con vergonzosa complicidad en la conspiración del silencio. Como si se tratase de un episodio ya terminado, que sería mejor olvidar. Pero ese silencio encubre una matanza de inocentes. Es muy cómodo para algunos, mien tras chorrea la sangre y los niños son descuartizados, pretender acallar las voces de protesta manejando con cínica elegancia de guante blanco vocablos como «tolerancia», «convivencia pacífica», «moderación», «regulación de una realidad existente». ¿Qué significa todo eso, cuando lo que se hace es autorizar y facilitar el crimen, a costa de los más débiles e inocentes? ¿Qué sentido tiene tan falsa palabrería, a no ser como síntoma de una sociedad en descomposición? ¿Pueden ser tales palabras la reacción de un organismo sano? ¿Se puede admitir la sinceridad de ese lenguaje? ¿Aceptan que otros lo utilicen cuando los que así hablan se sienten víctimas de la agresión?


Es inmoral cooperar en la aplicación de la ley

La cooperación en los abortos legalizados es gravemente inmoral. Lo es —como advirtió el Papa en España— facilitar medios y servicios, públicos o privados, para dar muerte a las víctimas indefensas. El Estado no tiene autoridad para obligar a los médicos y demás sanitarios, ni a ningún funcionario, a esa cooperación, a la que en conciencia deben negarse. Un mandato del Poder público en este sentido, no sólo sería desacertado, sino radical mente nulo y perverso. Ante él sería necesario decir con los Apóstoles: «Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres». El Rey dice: «Mando a todos los españoles, particulares y autoridades, que guarden y hagan guardar esta ley». Este mandato, incluso a tenor de la ley, sólo puede exigir la obediencia de los poderes judiciales en cuanto a no imponer penas: entre otras razones, porque quedan privados de facultad para hacerlo. Cualquier mandato que implicase cooperación sería recusable. Un Obispo español, de los órganos directivos de la Conferencia, escribió al ser anunciada la ley: «No es lícito cooperar ni a la elaboración ni a la promulgación ni a la puesta en práctica de una ley que va claramente contra las normas primarias de la moral humana».


Ruina moral de la sociedad

La Constitución Española, al decir que «todos tienen derecho a la vida», no establece distinciones. Tal derecho ha de ser protegido. Es extraño que el Tribunal Constitucional interprete que los de unos sí y los de otros no. Y que donde la Constitución excluye, en tiempo de paz, la pena de muerte para los asesinos y otros delincuentes, auto rice el Tribunal la muerte de los ino¬centes en ciertos casos. Pero el problema no es la interpretación. El gran problema es que, si la Constitución, en su concreta aplicación jurídica, permite dar muerte a algunos, resulta evidente que, no sólo los gobernantes, sino la misma ley fundamental deja sin protección a los más débiles e inocentes. (Y a propósito: ¿tienen algo que decirnos los gobernantes, más o menos respaldados por clérigos, que en su día engañaron al pueblo, solicitando su voto con la seguridad de que la Constitución no permitía el aborto? Y digan lo que digan, ¿va a impedir eso la matanza que se ha legalizado?)

Mientras dure esta situación, un socavón temible amenaza los cimientos de la sociedad. El Papa avisó en España que, legitimando la muerte de un inocente, «se mina el fundamento mismo de la sociedad».

Se mina el fundamento. Por tanto, es patente el error de los que tratan esto como un punto aislado. Rechazar de modo absoluto el aborto obliga a revisar la predicación moral sobre la estructura de la sociedad. Obligación que incumbe igualmente a la Corona. Es contradictorio dar por bueno un sistema que lleve legítimamente a efectos inadmisibles. No es posible en conciencia instalarse tranquilamente en él, sin hacer lo necesario por enderezarlo y por desligarse de responsabilidades que no se pueden compartir. Pero no es este el momento de desarrollar cuestión de tanto alcance.
Los responsables deberían, al menos, abrir los ojos para ver que su actuación mina sus propios cimientos. Es suicida. Porque ellos seguirán procurando su propia defensa contra los agresores. Y si esto es justo en sí, ¿es equitativo cuando dejan en la indefensión a los más necesitados? Los que están patrocinando, a costa de otros, la ley del más fuerte, ¿conservan alguna credibilidad cuando apelan a valores morales? ¿No han perdido toda autoridad moral para reclamar respeto a sus propias vidas y para protestar contra el terrorismo? Los terroristas aplican a sus intereses en determinados supuestos el mismo criterio moral que los legitima dores del aborto aplican a otros intereses.

Ahora mismo todas las personas e instituciones responsables se han hundido en la indignidad: de la que no saldrán mientras siga el clamor, aun que esté ahogado, de las víctimas inocentes.
Hay que señalar la responsabilidad de quienes rechazan como absolutamente inmoral el aborto y la desprotección de sus víctimas, pero han contribuido o contribuyen todavía a que los culpables de ese crimen se apoyen en votos católicos, ¿Qué se ha hecho, en determinados ambientes eclesiásticos, de las tan cacareadas «denuncia profética», «voz de los que no tienen voz», «conciencia crítica de la sociedad»? ¿Dónde está Juan Bautista diciendo a los poderosos: «No te es licito»? Los profetas, ¿se nos han vuelto de pronto complacientes cortesanos?

No se libran de responsabilidad los que han «legitimado» la votación de la ley del aborto, cualquiera que haya sido el sentido de su voto. ¿No se nega ron a participar en la votación de otra ley, por no hacerse cómplices de la aprobación «ni tan siquiera por la vía pasiva»?
Mientras sea legal matar a los que viven en las entrañas de sus madres, toda la nación queda manchada: en unos, por comisión o complicidad; en otros, por omisión. Queda en entredicho su condición de Patria. Queda especialmente herida la Corona, tradicional amparadora de los débiles y del derecho natural. Es bien lamentable que ese amparo se haya interrumpido a costa de los más indefensos, tanto si la institución quiere y no puede como si puede y no quiere. Esta llaga sólo podrá cerrarse, y no sin humillación, con la revocación de la ley y la repulsa de los comportamientos homicidas. Y con el saneamiento estructural al que antes hemos aludido.

* * *
La ley es promulgada en el mes de julio, cuando se celebra la festividad del Apóstol Santiago, en que la Nación española hace a su Patrono una de las dos Ofrendas anuales, instituidas hace más de tres siglos, una por las Cortes, otra por el Rey; suprimidas en 1931, restablecidas en 1937. ¿Puede una nación hacer ofrendas a un Apóstol de Cristo y, al mismo tiempo, inmolar niños en el altar de Moloc? El Apóstol San Pablo nos sale al paso clamando: «¿qué concordia hay entre Cristo y Belial?», «¿qué concierto entre el templo de Dios y los ídolos?» «No podéis beber el cáliz del Señor y el cáliz de los demonios» (1 Cor. 10, 21 y 2 Cor. 6, 15-16).


Los católicos en su relación con la Iglesia

La posición ante la Iglesia de los católicos responsables de aborto se define en dos planos:
A) El Código de Derecho, en el canon 1.398, establece para toda la Iglesia: «Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae» (es decir, por el hecho mismo de cometer el delito). La excomunión importa, entre otros efectos, la prohibición de recibir los Sacramentos y de celebrarlos y la de tener participación ministerial en cual quier acto de culto.
Dadas las condiciones de imputabilidad, contraen esta excomunión todos los que procuran, realizan, cooperan a realizar un aborto efectivo: los que inducen a la madre; los que gestionan o preparan los medios para realizarlo; la madre que quiere o deja realizarlo; los autores físicos, los médicos y ayudantes técnicos y demás colaboradores; los que proporcionan los medios de clínicas y otras instituciones sanitarias y económicas. Nótese que si el aborto no resulta efectivo, no se incurre en la excomunión, aunque el intento ineficaz tenga la misma malicia moral.

B) Los católicos que favorecen el aborto en puestos de autoridad y de función pública, en la medida en que cooperan a la realización de un aborto concreto y efectivo, incurren evidentemente en la misma excomunión. A veces, no se podrá determinar si la acción de las autoridades recae en un aborto concreto y efectivo, o se queda en el fomento de posibilidades y facilidades generales. En este caso, será dudosa la excomunión; pero no es dudosa su tremenda responsabilidad moral, ordinariamente mayor que la de los ejecutores, ni es dudoso que merecen reprobación pública y penas espirituales, aunque no se contraigan automáticamente.

Ciertas manifestaciones de eclesiásticos, sobre este punto, desorientan indebidamente a los fieles, porque, aunque los enunciados sean verdaderos, en el contexto suenan necesaria mente a atenuación de responsabilidad o a interpretación benévola de actuaciones que, al contrario, han de ser denunciadas según su enorme gravedad. Tres ejemplos mostrarán oportunamente cómo hay que evitar equívocos:

Primer ejemplo.— Si alguno proclamare: «el que mate al Rey, a la Reina y a la Familia Real no incurre en excomunión», diría verdad; sin embargo, todos estimarían con razón que esa proclamación, sin más, sería imprudente, ambigua e intolerable.

Segundo ejemplo.— El crimen de una madre que, con actos imputables, asesinase a todos los miembros de su familia, o el de un médico que hiciese lo mismo con decenas de enfermos en un hospital, nadie dirá que es menor que el de un aborto, aunque por éste incurra en excomunión y no por aquella matanza.

Tercer ejemplo (que nos acerca al tratamiento práctico de nuestro caso). —El Código de Derecho no establece pena automática para «los fieles que pertenezcan a asociaciones masónicas»; pero la Santa Sede ha declarado expresamente que «se hallan en estado de pecado grave y no pueden acercarse a la santa comunión».

La autoridad de la Iglesia puede determinar de modos variables lo referente a las penas canónicas. Ninguna autoridad de la Iglesia puede modificar la culpabilidad moral ni la malicia del escándalo. A veces, se pretende eludir las responsabilidades más altas como si la intervención de los Poderes públicos se redujese a hacer de testigos, registradores o notarios de la «voluntad popular». Ellos verán. A Dios no se le engaña. Lo cierto es que, por ejemplo, el Jefe del Estado, al promulgar la ley a los españoles, no dice: «doy fe». Dice expresamente: «MANDO a todos los españoles que la guarden».

Los que han implantado la ley del aborto son autores conscientes y contumaces de lo que el Papa califica de «gravísima violación del orden moral», con toda su carga de nocividad y de escándalo social. Vean los católicos implicados si les alcanza el canon 915, que excluye de la Comunión a los que persisten en «manifiesto pecado grave». ¿De veras pueden alegar alguna exi¬mente que los libre de culpa en su decisiva cooperación al mal? ¿La hay? Si la hubiere, sería excepcionalísima y, en todo caso, transitoria. Y piensen que los representantes de la Iglesia no pueden degradar su ministerio elevando a comunicación in sacris la mera relación social o diplomática.

La regla general es clara. Los católicos que en cargo público, con leyes o actos de gobierno, promueven o facilitan —y, en todo caso, protegen jurídicamente— la comisión del crimen del aborto, no podrán escapar a la calificación moral de pecadores públicos. Como tales habrán de ser tratados —particularmente en el uso de los Sacramentos—, mientras no reparen según su potestad el gravísimo daño y escándalo producidos.

José, Obispo de Cuenca
13 de julio de 1985

jueves, 7 de enero de 2010

Defenders of the Faith - Defensores de la fe


Documental en color, dirigido por Russell Palmer en 1938, producido en Estados Unidos, con una duración de 77 minutos y aquí dividido en 7 partes, con imágenes originales de la época y en color, no coloreadas, sobre la Cruzada de Liberación Nacional, desde una perspectiva políticamente incorrecta. Interesante desde todos los puntos de vista, relata con toda crudeza la realidad que ahora se intenta silenciar.







Primera parte:


Segunda parte:


Tercera parte:


Cuarta parte:


Quinta parte:


Sexta parte:


Séptima parte: